Hoy celebramos el Domingo de la Trinidad. Creo que Padre Francisco me asignó este día porque es uno de los días más difíciles para predicar. Eso es porque el Domingo de la Trinidad es una de las únicas fiestas del calendario cristiano dedicada a una doctrina teológica. No una persona, ni una historia interesante. Una doctrina teológica, y además una doctrina confusa. ¿Cómo puede ser que tres son uno? O uno es tres? En un artículo que estaba leyendo sobre esta doctrina, el autor dijo: "Muchos cristianos admiten que no la entienden, mientras que muchos más creen que la entienden mejor de lo que realmente la entienden.”
A menudo, la gente se confunde acerca de la Trinidad porque piensan en la doctrina como un problema matemático. ¿Tres es igual a uno? ¿Uno es igual a tres? Pero la fe no es como un problema de matemáticas. En el caso de la Trinidad, se parece más al mundo del teatro.
La doctrina de la Trinidad honra el hecho de que cristianos experimentamos a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. En el siglo IV, hubo muchos debates acalorados acerca de cómo estas tres “personas” podían ser un solo Dios. Una de las maneras en que los teólogos explicaron esto fue utilizar una imagen del mundo del teatro.
Notaron que un actor podía interpretar tres papeles diferentes. Era el mismo actor, por supuesto, el mismo ser, pero en una historia podía aparecer como médico, luego en otra podía ser un maestro, y luego en otra interpretaba el papel de un músico. El mismo actor podría interpretar a tres personajes completamente diferentes.
Los teólogos del siglo IV decían que Dios era algo parecido. Había un actor, Dios, que se nos apareció en tres personas diferentes: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Un actor, tres personajes diferentes, pero - al contrario al teatro - los tres fueron todos parte de una sola historia.
¿Y que es esa historia? A lo largo de los miles de años del cristianismo, uno puede ver que esta obra, esta historia, en el que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen diferentes roles, esta historia es principalmente un cuento de amor, justicia y liberación.
En el Antiguo Testamento, escuchamos que Dios el Padre creó el cielo y la tierra, y que hizo a los seres humanos a su propia imagen. También vemos a Dios liberando a los esclavos israelitas de Egipto en el Éxodo. Moisés le dice al faraón egipcio que Dios Padre ordena "¡Deja ir a mi pueblo!"
En los Evangelios, nos encontramos con Jesús quien predicó "Bienaventurados los pobres, bienaventurados los hambrientos, bienaventurados los que lloran". Enseñó a sus seguidores a rezar por el perdón de los pecados así como por el perdón de las deudas económicas, para que los pobres pudieran vivir en libertad.
Finalmente, en Pentecostés, los apóstoles recibieron el Espíritu Santo, un espíritu de amor que Jesús llama “el abogado.” Jesús nos promete que este abogado caminará junto a nosotros, ayudando a guiar a la iglesia hacia la justicia, el amor, y la libertad.
Y entonces vemos un actor, Dios, que aparece en tres papeles: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pero la historia que Dios está contando con estos tres roles es una historia del escape de la esclavitud, liberación de las deudas del pecado y la pobreza, y una historia de camino hacia la verdad, el amor, y la libertad.
Y aunque es una historia muy antigua, es una historia que necesitamos escuchar hoy.
Como todos saben, hace varias semanas sucedió algo terrible en Uvalde, Texas. No entraré en detalles aquí, pero todos sabemos lo terrible que sucedió. Me impactó mucho. Uvalde es un pueblo pequeño que está muy cerca de donde crecí. Está tan cerca, de hecho, que mi hermano fue y trabajó turnos en una tienda para que otros pudieran asistir a los funerales. De hecho, la ciudad está tan cerca que cuando miro las fotos de las víctimas, veo personas que parecen muchísimo a mi familia: mis primos y sus hijos, mis hermanos, mis tías.
Diecinueve niños y dos profesores. Es dificil de creer. Y, lo peor de todo, parece que a nuestros líderes políticos no les importa y que no van a hacer nada para cambiar esta peligrosa situación. A veces, parecen como el faraón egipicio, con su corazón de piedra.
Pero yo sé que a Dios le importa. Sé que Dios se preocupa profundamente y que Dios esta diciendo "¡Deja ir a mi pueblo!" Sé a través de estas historias antiguas sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que el Dios que adoramos es un Dios liberador, un Dios de amor y justicia que caminará junto a su comunidad mientras estamos en luto y mientras tratamos de construir un país que es más libre y menos aterrador que el que vivimos hoy.
En este momento, mientras los líderes políticos no hacen nada, esa es mi única esperanza. Mi esperanza es en Dios. Entonces nos reunimos hoy para honrar y celebrar al único actor, Dios, que se ha presentado en nuestras vidas en tres roles: Padre, Hijo y Espíritu Santo, para contarnos una sola historia sobre el amor, la justicia y la liberación.
Es una historia de esperanza en un mundo que a veces es aterrador y peligroso. Y por eso oro para que este Dios nos bendiga y siga caminando a nuestro lado, cada uno de nuestros días. Amén.
- San Andres, Sunset Park Brooklyn
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